domingo, 20 de abril de 2014

Carrera emotiva, una buena historia para reflexionar

Es una hermosa historia, quizás os fastidie que os diga que creo que no es real, pero que más da, no por ello no deja de ser una historia para reflexionar. Ojalá pudiéramos aprender de ell@s , sí de ell@s, a los que les definimos como discapacitad@s, cuando en realidad pienso que a lo mejor, los discapacitad@s somos los que nos definimos como normales. 
A much@s nos falta lo que a ellos les sobra que  es amor a los demás. 
He trabajado con much@ de ell@s y os aseguro que son los más agradecid@s y los que más satisfacciones profesionalmente me han dado.

 Carrera emotiva




Hace algunos años, en las olimpiadas para personas con discapacidad de Seattle, también llamadas “Olimpiadas especiales”, nueve participantes, todos con deficiencia mental, se alinearon para la salida de la carrera de los cien metros lisos. A la señal, todos partieron, no exactamente disparados, pero con deseos de dar lo mejor de si, terminar la carrera y ganar el premio. Todos, excepto un muchacho, que tropezó en el piso, cayó y rodando comenzó a llorar. Los otros ocho escucharon el llanto, disminuyeron el paso y miraron hacia atrás. Vieron al muchacho en el suelo, se detuvieron y regresaron: TODOS. Una de las muchachas, con síndrome de Down, se arrodilló, le dio un beso y le dijo: “Listo, ahora vas a ganar”. Y todos, los nueve competidores entrelazaron los brazos y caminaron juntos hasta la línea de llegada. El estadio entero se puso de pie y en ese momento no había un solo par de ojos secos. Los aplausos duraron largos minutos, las personas que estaban allí aquél día, repiten y repiten esa historia hasta hoy. Porque en el fondo, todos sabemos que lo que importa en esta vida, más que ganar, es ayudar a los demás para vencer, aunque ello signifique disminuir el paso y cambiar el rumbo. Porque el verdadero sentido de esta vida no es que cada uno de nosotros gane en forma individual sino que: TODOS JUNTOS GANEMOS.

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