lunes, 19 de diciembre de 2011

Parábola de las quejas


"Un hombre recibió una noche la visita de un ángel, quién le comunicó que le esperaba un futuro fabuloso: se le daría la oportunidad de hacerse rico, de lograr una posición importante y respetada dentro de la comunidad y de casarse con una mujer hermosa.

Ese hombre se paso la vida esperando que los milagros prometidos llegasen, pero nunca lo hicieron, así que al final murió solo y pobre.

Cuando llegó a las puertas del cielo vio al ángel que le había visitado tiempo atrás y protestó:

- "Me prometiste riqueza, una buena posición social y una bella esposa. Me he pasado la vida esperando en vano!
Yo no te hice esa promesa, replicó el ángel. Te prometí la oportunidad de riqueza, una buena posición social y una esposa hermosa.
El hombre estaba realmente intrigado. "No entiendo lo que quieres decir", confesó.
- "Recuerdas que una vez tuviste la idea de montar un negocio, pero el miedo al fracaso te detuvo y nunca lo pusiste en practica?"
El hombre asintió con un gesto.
- "Al no decidirte unos años más tarde, se le dio la idea a otro hombre que no permitió que el miedo al fracaso le impidiera ponerlo en practica.
- Recordarás que se convirtió en uno de los hombres mas ricos del reino."
"También, recordarás,... prosiguió el ángel, aquella ocasión en que un terremoto asoló la ciudad, derrumbó muchos edificios y miles de personas quedaron atrapadas en ellos. En aquella ocasión tuviste oportunidad de ayudar a encontrar y rescatar a los supervivientes, pero no quisiste dejar tu hogar solo por miedo a que los muchos saqueadores que había te robasen tus pertenencias, así que ignoraste la petición de ayuda y te quedaste en casa."
El hombre asintió con vergüenza. "Esa fue la gran oportunidad de salvarle la vida a cientos de personas, con lo que hubieras ganado respeto de todos ellos" continuó el ángel.
- "Por último, ¿recuerdas aquella hermosa mujer pelirroja, que te había atraído tanto?... la creías incomparable a cualquier otra y nunca conociste a nadie igual. Sin embargo, pensaste que tal mujer no se casaría con alguien como tú y para evitar el rechazo, nunca llegaste a proponérselo"
El hombre volvió a asentir, pero ahora las lágrimas rodaban por sus mejillas.
- "Sí, amigo mío, ella podría haber sido tu esposa" dijo el ángel.
"Y con ella se te hubiera otorgado la bendición de tener hermosos hijos y multiplicar la felicidad en tu vida"
A todos se nos ofrecen oportunidades, pero muy a menudo, como el hombre de la historia, las dejamos pasar por nuestros temores e inseguridades y por nuestro miedo a tener riesgos y en esos riesgos fracasar.
Reírse es arriesgarse a parecer tonto. 
Llorar es arriesgarse a parecer sentimental. 
Ponerse a lado del otro es arriesgarse a quedar implicado. 
Exponer los sentimientos es arriesgarse a exponer al verdadero yo. 
Plantear las ideas y los sueños a los demás es arriesgarse a perderlos. 
Amar es arriesgarse a no ser amado a la vez. 
Vivir es arriesgarse a morir. 
Tener esperanza es arriesgarse a sentirse desesperado. 
Intentar algo es arriesgarse al fracaso.
Pero uno tiene que correr riesgos, porque el mayor riesgo en la vida es no arriesgar nada. La persona que no arriesga nada, no es nada.
Pueden evitar el sufrimiento y la pena, pero no podrán aprender, sentir, cambiar, crecer, amar, vivir.
Encadenados a sus actitudes, son esclavos, han perdido el derecho a su libertad.


Sólo la persona que se arriesga es libre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario