jueves, 27 de enero de 2011

La lección de los adoquines. Para Reflexionar.

Caminaba yo en mi paseo por una calle ligeramente en cuesta, bien adoquinada con sólido pavimento firme en su suelo aunque irregular en la pisada.

Bajando en dirección opuesta a mí, venía una mamá con su bebé en el coche de niños que daba tumbos sobre los adoquines, con lo que el bebé lloraba a gritos y su mamá se quejaba en su nombre: "Los adoquines son malos y le sacuden a mi niño. ¡Malos, malos! Ya verás cómo los castigamos cuando nos escapemos de ellos". Y empujaba el cochecito dando traspiés con su mal humor y sus brazos rígidos. El niño seguía llorando.
Seguí andando, y otra mamá con otro bebé en su coche bajaba por la misma cuesta dando los mismos tumbos sobre el mismo irregular pavimento. Pero la mamá le cantaba al niño con alegre ritmo, y el bebé iba pegando saltos en el cochecito, riendo y cantando a tono con los tumbos: "Bumpati bum, bumpati bum...", y su mamá reía con él y los dos disfrutaban.
Pensé para mis adentros. Los adoquines son los mismos, y un bebé llora y el otro canta al pasar por ellos.
Las cosas son las mismas, y unos las toman bien y otros mal. Una mamá canta, y la otra protesta. Es lo que hacemos en la vida.

Me hicieron un buen servicio los adoquines.


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