sábado, 27 de noviembre de 2010

Escondidas detrás de las letras

Como podréis haber visto en mi blog (la cartelería), participé y presenté el siguiente escrito del III certamen contra la violencia de género, organizado por la Asociación de Mujeres Progresistas a la que pertenezco Mª Luz Sánchez Carmona.. El certamen ha sido un éxito, se han enviado 46 manifiestos, y la verdad que había un nivel muy alto como en años anteriores. Si por algo estoy  feliz, es que el año pasado ganaron 5 hombres y este año 4 y una mujer. A todas, nos da mucha alegría que poco a poco los hombres se vayan integrando en campañas como éstas, que cada vez estamos menos solas, y que son consciente de que la solución está en la educación de los niños y niñas desde pequeños/as y actualmente en los propios hombres.
Espero que os guste mi manifiesto, aunque no tuviese ningún premio. Como siempre decimos, lo importante es participar, es estar ahí, apoyando a iniciativas como éstas para que las mujeres afectadas se den cuenta de que no están solas.


Escondidas detrás de las letras

La violencia de género es algo que nos preocupa y ocupa a toda la sociedad. Hay quien dice que es imposible su erradicación, que será lenta y que costará muchas vidas, quizás demasiadas. No van descaminados los que así piensan ya que el problema para quitarlo hay que ir a la raíz y la raíz amigas y amigos está en la discriminación que hemos sufrido las mujeres durante siglos.

Son muchas las facetas donde las mujeres no existimos. Una de ellas, quizás la más profunda es en la propia lengua. Tenemos un lenguaje hecho por hombres y para los hombres, ese lenguaje es el que nosotras enseñamos a nuestros hijos mientras vivimos ocupadas en las faenas de la casa, engrandeciéndonos en espíritu, como diría el Papa.

Siempre consideré a los académicos de la lengua como los amos de un calabozo lúgubre donde, como dice su lema, “limpia, fija y da esplendor a la lengua.  Esos sesudos académicos, regidores y conservadores de la lengua son en su mayoría hombres y alguna mujer, por aquello de la igualdad. Llevan a gala ser miembros de la Real Academia de la Legua Española, sí miembros, todos ellos y ellas también lo son. En el santa sanctórum de la lengua no hay espacio para las ocurrencias de una ministra, venida del sur, y por lo tanto no existen “las miembras”

Lejos de ser una metedura de pata o una gracia, Bibiana abrió un debate de mucho calado el día que saludó en una comisión del Parlamento  a sus miembros y miembras. El ataque feroz de la caverna mediática no se hizo esperar y la dichosa palabra martilleó de forma insistente en todos los oídos del país.

Amigas y amigos la realidad es mucho más profunda y seria de lo que la prensa pretendió ridiculizar. El lenguaje es una carga de profundidad contra la igualdad. Ya desde los primeros pasos de nuestros hijos e hijas le marcamos los territorios en casa, en la tele, en el cole.

Vamos a pasearnos levemente por el significado de las palabra veréis cómo os asombráis. ¿Quién no recuerda aquella frase que balbuceábamos al empezar a leer? “Mi mamá me ama” o si no, esa otra “mi papá fuma en pipa”. ¡Qué!  ¿Los hombres no aman a los niños? Y por lo visto, las mujeres no fuman en pipa.

Sigamos ¿A que  Antonio Banderas hacia excelente papel de héroe en el Zorro?, pobre Antonio si fuese mujer, tendría que hacer de prostituta, ya que eso es una zorra. Amigas vamos mal mientras sigamos teniendo al perro como el mejor amigo del hombre y la perra como a una puta. Los hombres siempre encarnan los valores positivos. Mirar  un hombre público es un político, o actor que tiene el reconocimiento, sin embargo nosotras las mujeres  tendremos que cuidarnos mucho de ser una mujer publica, ¿verdad?

Si avanzamos más en lo cotidiano cuando llevamos a la cama a nuestras hijas e hijos y  le leemos cuentos para que se duerman y a la vez aprender las moralejas que encierran. ¿Quién no ha leído o escuchado la Cenicienta, Pulgarcito, el Gato con botas, Blancanieves…? Pues bien esos cuentos describen a las mujeres en su rol de amas de casa o deseosas de esperar al príncipe azul que le saque de su soltería, mientras que los personajes masculinos son valientes, héroes, y usan la fuerza para enamorar a princesas y llegar a ser reyes.

Hasta el trato más protocolario y serio que se usa en nuestra sociedad nos discrimina y nos cataloga por nuestra condición sexual. Un hombre es un señor y punto en cambio una mujer es señora si está casada, señorita si es casadera, viuda de… si murió su marido, primera dama, si es la esposa del jefe.

Puede parecer que esto no tiene importancia, que ¿para qué vamos a cambiar?, ¿qué importancia tiene unas palabras más o menos?  Pues sí que tienen, se dice que lo que no se nombra no existe, y las mujeres estamos ocultas detrás de los hombres, y detrás de las letras. Son ellos los hombres los que figuran en todo, mirar la que se está liando por el orden de los apellidos, los nuestros se pueden perder, los del hombre no.  Las mujeres perdemos nuestra identidad a favor de nuestros señores.

Esto que hemos visto es un botón de la camisa de fuerza donde siglo tras siglo nos ha ido abotonando a las mujeres y para llegar a ser iguales todos esos botones tienen que caer: los de la violencia más clara y repugnante como el silencioso de la marginación en el lenguaje.

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